Ahí de nuevo iba el chico raro, que divertido a veces pero extraño siempre, iba distraído casi todo el día, casi todos los días, a veces un poco desaliñado, con los cabellos chascosos y la ropa con los dobleces marcados.
A veces me miraba y me sonreía de una forma tonta y siempre era el último en irse de la oficina, siempre le preguntaba y siempre me respondía: "Termino esto y me voy".
¡Qué iba a pensar yo que estaba pidiendo ayuda o que se estaba despidiendo! Qué iba a imaginar yo que lo encontrarían tan frío como el invierno que nos acompaña y en sus manos, muy sujeto, un pen drive con su proyecto más preciado, aquel a lo que se refería cuando decía: "Termino esto y me voy".
Ainard Lazón